Estaba lloviendo a cántaros cuando se bajó del camión que la transportaba desde su sitio de trabajo a su apartamento. Se le olvidó traer su paraguas y antes de salir de su casa vio en el noticiero que el pronóstico del tiempo no era nada encantador. Llovería día y noche sin cesar. Particularmente a María eso no le agradaba porque se sentía más sola y a la vez mas acompañada de su llorosa melancolía. Se acercó a su equipo de sonido y colocó el CD que se había convertido en su dama de compañía últimamente. A María le encantaba la música clásica y había descubierto el magnetismo de la melodía de Erik Satie. Se enamoró instantáneamente de las profundas sinfonías de las composiciones de Satie, así de cómo se dejaba seducir de la mayoría y de todas las cosas que deseaba para su existencia. María anhelaba infinidades de destinos en su vida y no lograba descifrar realmente que debía pedirle a la vida. A pesar de que pensaba, más bien el resto de las personas le ...