Estaba
lloviendo a cántaros cuando se bajó del camión que la transportaba desde su
sitio de trabajo a su apartamento. Se le olvidó traer su paraguas y antes de salir de su casa vio en el noticiero
que el pronóstico del tiempo no era nada encantador. Llovería día y noche sin
cesar. Particularmente a María eso no le agradaba porque se sentía más sola y a
la vez mas acompañada de su llorosa melancolía. Se acercó a su equipo de sonido
y colocó el CD que se había convertido en su dama de compañía últimamente. A
María le encantaba la música clásica y había descubierto el magnetismo de la melodía de Erik Satie. Se enamoró
instantáneamente de las profundas
sinfonías de las composiciones de Satie, así de cómo se dejaba seducir de la
mayoría y de todas las cosas que deseaba para su existencia. María anhelaba infinidades de
destinos en su vida y no lograba descifrar realmente que debía pedirle a la
vida. A pesar de que pensaba, más bien el resto de las personas le decía que
había logrado ser una mujer exitosa, la verdad no se lo creía. La palabra éxito
en la vida de María no significaba lo mismo que para otras personas que por lo
general lo igualaban al dinero. El que rebosaba en dinero supuestamente debería
ser feliz. Pero para María tener los bolsillos repletos con una suma considerable de billete no era
lo ideal. Penosamente lo asociaba con todas las desdichas e inseguridades que
en estos momentos estaba tratando de confrontar. Su niñez estuvo rodeada de
suficiente dinero, pero no sirvió para nada sino para que su padre se alejara
de su vida y para que su madre se hundiera en una profunda desolación la cual
la llevó a la muerte. Fueron años difíciles y hay veces en lo hondo de su
corazón sentía que todavía no los había superado. Continuaba escuchando las
melodías que acariciaban sus pensamientos y comprendía que algo extraordinario
debía hacer para cambiar el rumbo de su vida. Se negaba a eternizar la
aceptación de lo harto y hastiado perenigración de su supervivencia. En qué
momento se lo olvidó continuar cortejando sus ambiciones y ansias de lucha. Se
levantó de su cama donde se había recostado por unos minutos que le parecieron
eternidades a servirse algo de beber. Abrió el refrigerador, estaba vacío,
solamente había una lata de refresco y un cuarto de vino tinto que ni se
acordaba que estaba ahí aguardando que ella se acordara que existía. Decidió
agarrar el vino. Se lo tomó rápidamente y sintió como le llegaba a su mente
molesta e inquieta. Era como andar sin sombra, comprendía que le hacía falta
llenar el vacío que amparaba su alma. Decidió irse a dormir pues no tenía ganas
de permitir que sus pensamientos continuaran triturando su fatigado corazón.
Puso su mente en blanco como él le había enseñado y se quedó dormida.
No
sabía si soñaba ó era realidad, pero
sentía como le acariciaban la mano en la oscuridad. Había llorado durante horas
y no se dio cuenta en qué momento se quedó dormida. Pero esa caricia que sentía
en sus dedos, que recorrían toda su mano deslizándose hacia su brazo, muy bien
que conocía ese roce ligero…..en ese instante sintió la felicidad olvidada y
sonrió….pero su razón le hizo abrir los ojos precipitadamente y sintió
nuevamente el vacio en su solitario corazón – estaba soñando con él. Desde que
su esposo falleció en un lamentable episodio de violencia y terrorismo, María
no era la misma persona. Habían pasado casi diez años desde la tragedia y le era imposible continuar con su vida. Desde
ese momento se consagró a su trabajo como Administradora de Empresas oficio a
la cual se dedicó pero que realmente no le llenaba. Su trabajo
le ayudaba a no pensar dado que era una actividad metódica y sistemática
que sencillamente debías mantener ciertos pasos para llevar a cabo cualquier
tarea estadística ó cualquier esquema, no tenías que idear solamente actuar.
Esto le ayudó por mucho tiempo pero le hacía sentirse que no pertenecía a ese
trabajo ni a la vida en la que vegetaba. Qué pensaría su esposo si la viera
como se consumía en su existencia. Al principio la muerte de su esposo era su
principal excusa para no continuar con sus proyectos y sueños, pero después se
fueron agotando los pretextos a medida que el tiempo fue pasando. Ahora eran
sus propias inseguridades y temores a enfrentar una realidad que siempre quiso
esconder al resto de la humanidad. Esa realidad la asustaba pero a la vez la
llamaba. Desde niña tuvo presentimientos y premoniciones que la perseguían. Al
principio se decía a si misma que eran coincidencias, pero no lo eran. Siempre
estuvo en estado de negación, hasta ahora que se ha dado cuenta que no puede
huir de lo que debe hacer. María entiende que lo tiene que afrontar pero está aterrorizada porque no conoce a qué
se va a enfrentar. Lo único que percata es que debe comenzar a moverse porque si
no se va a quemar con su realidad.
María
llegó a la oficina más temprano que de costumbre. Necesitaba conseguirse una
cita con su jefe dado que había decidido manifestarle que no iba a continuar
colaborándole. Miró su reloj de pulsera, eran las 7 de la mañana, por lo
general su jefe llegaba desde las 6:30 am, así que se dirigió a la oficina de
su director antes de que se ocupara. Tocó levemente la puerta y escuchó los
pasos de su jefe acercándose para abrir la puerta de la dirección.
José
Luis se sorprendió al ver a María tan temprano. Le iba a decir que tenía en 20
minutos una reunión importante, pero al ver su cara de que tenía
nuevas novedades hizo que cambiara de parecer.
Buenos
días, María ¿que haces por acá tan temprano? – María sonrió sutilmente y espero
que no se le notaran las ojeras tiznes que tenía por no haber dormido toda la
noche.
Buenos
días José Luis, que pena molestarte tan temprano pero tengo algo que comentarte
que no puede esperar para más tarde.-
María se sentía un poco temerosa como tomaría su jefe su decisión de
renunciar de la empresa, especialmente ahora que necesitaba todo su apoyo con
un nuevo proyecto que estaban desarrollando.
Tomo aire y le soltó la noticia.- Vengo a comentarte personalmente mi
decisión de renunciar, solamente quería que fueses el primero en saberlo antes
de entregar la carta de renuncia a la Gerencia de Recursos Humanos.
José
Luis al principio se sorprendió, pero en el fondo veía venir esa decisión sobre
todo porque María Apreza no era la misma persona que había conocido hace diez
años. Desde la tragedia que aconteció a
la familia Apreza y también a la empresa cuando asesinaron al esposo de María
las cosas no eran las mismas. María Apreza se convirtió en una persona ermitaña
y retraída y la compañía había perdido confiabilidad puesto que el esposo de María
era empleado de la empresa cuando fue secuestrado. La decisión de que María
continuara en la corporación era su necesidad personal dado que se sentía culpable por lo sucedido al enviar a
su empleado a realizar obras en una zona conflictiva. Cosas que pasan pero que
no se olvidan así de fácil. Volvió nuevamente a la conversación con María al
escucharla decir que se iba del país. ¿Pero para donde te vas? – dijo José
Luis. Aquí tienes todo lo que necesitas, además la empresa precisa conservarte
para el nuevo proyecto que se avecina – eres unos de mis mejores elementos en
el área de Seguridad. María inhalo aire a sus pulmones y tomó unos segundos para pensar en una
respuesta adecuada para su jefe, amigo y mentor.
José
Luis tienes buenos y hasta mejores elementos administrativos que yo, pienso que
deberías darle oportunidad a otra persona. No tengo las fuerzas ni el interés
de continuar colaborándote. Lo lamento
mucho, pero a partir de mañana no estaré vinculada mas en tu compañía. No
pienso discutir más al respecto. – y al
terminar de decir su ensayado discurso se le acerco a José Luis y le dio un
abrazo fraternal de agradecimiento por su apoyo incondicional durante todo el
tiempo que formaron el equipo de trabajo. Nuevamente miró su reloj, eran las
7:10… que fácil fue decir lo que tenía que informar en diez minutos. Salió de
la oficina y se fue directamente a la Gerencia de Recursos Humanos a entregar
su carta de renuncia, recogió todas sus cosas, hizo las últimas llamadas como
la Asesora de Seguridad y le dijo a su asistente que la recomendaría para su
cargo. Había comenzado su travesía de
cambio. Ahora tenía que enfrentar a su familia que era bien conservadora y
siempre estaban pensando en lo que dirá la sociedad. La verdad a ella ya no le
importaba lo que opinaran sus familiares había determinado algo que tenía que
haber hecho hace rato. Sencillamente les informaría su decisión. Esa noche era
la conocida cena familiar de todas las semanas en donde desde la matrona hasta
el más crio de la familia Apreza se reunía. Era la perfecta ocasión para soltar
la bomba.
Llegando
a la casa de la abuela Apreza divisó que no era la primera en llegar. Los
fastuosos coches de los demás miembros de la familia ya estaban estacionados,
pues ninguno quería llegar tarde a la cena, temerosos que la abuela se enfureciera por la
tardanza. Pero María siempre había sido la diferente de los nietos dado que
para ella el dinero y el prestigio familiar eran minúsculos. Nunca le había
servido de nada esas dos circunstancias. Ni todo el dinero del mundo logro
salvar de la muerte a las dos personas que había amado en su vida: su madre y
esposo, y el renombre familiar le había impedido enfrentar su verdadero destino.
Estacionó su carro modelo estándar y al bajar del coche miró su reloj eran las
9 pm, iba 15 minutos tarde. Tocó la puerta y le abrió Rosalba la única ama de
llaves que había tenido la casa Apreza desde que ella tenía uso de razón. Rosalba tomó su abrigo y la saludo
educadamente:
Buenas
noches señorita, es la única que falta, todos la esperan – Rosalba estaba
preparándole a María el terreno, la quería muchísimo sobre todo por todas las
tragedias que tuvo que vivir María – la consideraba inmensamente. Gracias
Señora Rosalba por la información- María le sonrió y le hizo un guiño de
complicidad.
Al
entrar María al salón principal donde se encontraba el comedor pudo ver que la
abuela había hecho unos cambios decorativos – finalmente decidió darle un toque
más moderno al lugar y esto hacia que se sintiera el sitio más acogedor. Había
mandado a pintar las paredes de color blanco marfil y el salón se veía más
despejado – esto le hacía a María respirar mejor – y divisó ramos de flores de
margaritas y adornos florales de color amarillo como el sol cuando se está
ocultando, no se acordaba como se llamaban -
en fin se sentía tranquila con esos pequeños cambios. Cuando finalmente
llego al comedor toda la familia estaba conversando a la vez, se acercó primero
a su adorada abuela para saludar.
Hija,
estas un poco retrasada - le dijo la
abuela – pero no importa lo importante es que llegaste justo a tiempo. Todos en
la mesa asintieron pero sentían que no era justo puesto que la abuela trato a María
en forma permisiva como siempre la había tratado dado que era la consentida de
los nietos. La dejó estudiar en la universidad estatal, la dejó casarse con alguien
que no era de la sociedad, dejaba que trabajara en una mina de carbón y no en
las empresas de la familia como era lo más sensato. Lo que el resto de la
familia no sabía era que la abuela se veía reflejada en María y sabía que su
destino siempre sería otro, solamente le estaba facilitando las cosas hasta que
llegara el día de su decisión. Y la
abuela presentía que ese día había llegado, también tenía el don de la premonición,
pero ella era la única persona que lo sabía. Ya era hora de compartir su
secreto con la única persona que debía enterarse.
Cuando
terminó la cena ya era bastante tarde y realmente María tenía muchas ganas de
irse a su casa pues se sentía bastante cansada sobre todo por todos los
acontecimientos del día. Resolvió no contar su decisión en frente de toda la
familia. Necesitaba tomar un respiro de aire relajado e irse a dormir para
dejar que sus pensamientos y divagaciones jugaran con su mente. La abuela ya le
había hecho señas para que se quedara pero en realidad iba aprovechar cualquier
descuido de la anciana para escaparse. Cuando María ya se encontraba cerca de
la puerta principal escuchó la voz de su abuela en la lejanía llamándola,
recibió su voz como una onda transmisora que le pegaba en el oído como un
mandato. Esto la exasperaba, pero sabía en su fuero interno que era mejor
quedarse a charlar con su vieja querida, a pesar de las ocurrencias repentinas
de su abuela, la amaba demasiado. Decidió
dar la media vuelta y acercarse al estudio principal donde la esperaba Eufemia
Apreza. Toco levemente la puerta, se asomó y vio a su abuela tomando su copita de vino
tinto de todas las noches.
Hola
mami Eufe – el saludo de cariño de María a su abuela – te estás relajando antes
de irte a dormir, yo debería hacer lo mismo. María se acerco al bar para
servirse una copa de vino tinto para acompañar a la anciana.
La
verdad es que sí – le contestó Eufemia – tu sabes que es un vicio de
complacencia que tengo, así como hay personas que les gusta fumarse su
cigarrillo antes de dormir yo mejor me tomo el vinito. Ambas sonrieron al verse
mutuamente, eran exactamente iguales a pesar de la diferencia de edades.
Eufemia se veía a sí misma cuando veía a María – tal cual cuando tenía su
juventud. Igual le pasaba a María cuando miraba a su abuela, interiormente
pensaba – así me veré yo a esa edad.
María
aprovechó para acercarse a su abuela y contarle lo sucesos del día. Ya era hora
de desahogarse con alguien y quién mejor que con su abuela preferida.
Mami
Eufe tengo algo que contarte. La abuela
la interrumpió y le dijo : “Mayito sé que es lo que me tienes que contar y
quiero felicitarte por tu gran decisión. Siempre te he dicho que es hora de que
cambies el rumbo de tu vida porque te lo mereces. No es fácil, nada es fácil en
esta vida querida, todas nuestras resoluciones se tienen que saldar con un
sacrificio de amor y esperanza para que las decisiones tomadas sean las más
apropiadas para nuestros corazones y sé de cuerpo y espíritu que tu
determinación es la mejor para ti.”
María miró a su abuela y le sonrió: “Tú como sabes tanto”. y la abuela le
contesta “Por que puedo ver lo que piensas”. En ese instante María se le quito
la sonrisa de la cara y se dijo mentalmente – entonces abuela si sabes lo que
pienso dime cual es mi plan. La abuela le contestó: “Piensas irte del país a
explorar y encontrar tu realización personal ó me equivoco”. – le contesto la
abuela. María se quedó asombrada al descubrir que la abuela también tenía el
don de escuchar la mente. “Sabes algo
abuela me habría gustado que alguien me sacara de todas las dudas que tenía al
respecto sobre todo porque en realidad no sabía si lo que escuchaba ó sentía
era verdadero. Creo que me hubiese evitado muchos dolores y sufrimientos porque
habría entendido mejor todas mis inquietudes, las complejas y las menos
importantes. Cuando sucedió el asesinato de mi esposo casi me vuelvo loca con
toda la información que recibía de todos pero nunca me ayudaste a comprender en
ese momento.” La abuela Apreza se entristeció en ese instante pues su nieta
tenía razón en cierta manera pero sentía que no hubiese sido lo correcto, lo
más probable que María no sabría cómo manejar las situaciones en ese entonces
dado que estaba muy sensible y perceptiva, probablemente su intuición no la habría ayudado a comprender
sino al contrario hubiese sido perjudicial. Todo tiene su debido momento y
aquel no era el tiempo indicado. María se quedó un buen rato mirando hacia el
fondo del estudio donde se encontraba pero sus pensamientos empezaron a divagar
y una energía que nunca había sentido empezó a envolverla. Pero en vez de
asustarse como antes se sentía contenta y feliz. Hacía mucho tiempo que no
experimentaba esos sentimientos y volvió su mirada a la abuela y le dijo “Ahora
sé que debo hacer. Por eso me sentía tan acongojada durante todo este tiempo,
no me aceptaba tal cual soy. Pertenezco
a un mundo diferente, un cosmos al que debo ofrecerle mi ayuda y contribución.
Sé cómo debo hacerlo.” La abuela se emocionó al escuchar las palabras de su
nieta. María continuaba diciéndole a su abuela “Debo transmitir este
conocimiento que conllevo y por eso decidí irme lejos del entorno que conozco,
para comenzar una nueva vida, escribir mis vivencias, ayudar a las personas que
necesiten de mi mediación”. Ahora María entendía porque no acepta las
situaciones diferentes que experimentaba. Se consideraba una persona lógica y
no podía entender contextos contrarios a los que conocía. Los entornos
desconocidos le producían tristeza y soledad dado que no entendía el propósito
de su vida. Todas las tristezas, angustias y pérdidas queridas tenían una razón
de ser. La misma vida le estaba despojando y arrancando las condiciones y
personas para precisarle el camino. Evoco una imagen realizando inspecciones de campo labor que desarrollaba
cuando trabajaba en la mina de carbón,
y a través de su fértil
imaginación vio varios equipos mineros
pasar a su lado. Miró por el rabillo de su ojo derecho como la motoniveladora va sustrayendo de las vías a su lento paso
las piedras y rocas que impiden el movimiento adecuado de los camiones mineros.
De esta manera comparaba María su vida como esa bendita motoniveladora que
todos los días hacía la misma travesía con el fin de mejorar el progreso de los
demás. María vuelve la mirada a su abuela y le dice: “Finalmente entiendo cual
es mi misión en la vida, sencillamente dejarme llevar por lo que me dicta mi
cuerpo, alma y corazón. Contribuir con mi don a las personas que me necesiten,
a transmitir con letras, signos, escrituras
todo esto que llevo dentro, mis enseñanzas, mis vivencias, mis
conocimientos.” María ahonda su mirada en los ojos grandes y negros de su
abuela quién la contempla con un amor inmenso que no le cabe en el pecho viejo
y desusado y le pregunta: “ ¿Mami Eufe te embarcarías en mi travesía a lo
desconocido y misterioso, me ayudarías a entender más de esto que poseemos?”
Eufemia Aprezza le sonríe resplandecientemente destellando una luz de ternura y devoción y le contesta: “¿Cuando
partimos?”
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