Hay
una frase muy popular por ahí en el aire que dice que no existen amores
imposibles sino difíciles. De acuerdo
con múltiples escritos sobre el amor en nuestra humanidad desde las hipótesis
de la teología bíblica, teorías científicas y hasta la suposición
irreal, podemos ver que el amor siempre ha sido el elemento principal en cada
aspecto de nuestras vidas.
Analicemos
el punto de vista de la teología bíblica. Recordemos a nuestros primeros padres:
Adán y Eva. Ambos seres vivían supuestamente felices en el divino Paraíso, más
sin embargo les estaba prohibido expresar su amor, porque en ese mundo era un pecado hacerlo. Los pobres tuvieron
que pasar por una cantidad de sufrimiento, que ni ustedes ni yo lo alcanzamos a
imaginar, hasta que finalmente le hicieron caso a la maligna serpiente y
cometieron el pecado original léase hacer el amor.
En
el mundo científico, nos hablan que han encontrado que el cerebro produce una
cantidad elevada de endorfinas y encefalinas que son sustancias producidas por
unas neuronas especializadas que se encuentran en la parte central del cerebro
llamado hipotálamo en donde se llevan a cabo una serie de conexiones de
neuronas encargadas de las emociones, memoria, aprendizaje, sueño, vigilia,
hambre, entre otras cosas. Estas endorfinas semejan en su composición química a
drogas como el opio y morfina, por lo que también reciben el nombre de opiáceos
endógenos. Otra sustancia que se secreta por el cerebro es la feniletilamina,
que se parece a las anfetaminas. Todo
esto es el famoso proceso de enamoramiento ó enabobamiento (nueva palabra en mi
léxico). Entonces, de acuerdo a nuestros ilustres y pacientes investigadores,
si por alguna loca razón nos faltara alguno de dichos componentes, ni Usted ni
yo nunca tendríamos la dicha de experimentar la sensación de amor ó lo más
cruel no sentir nada al hacer el amor. ¿Creíble no?
Ahora,
con todos mis respetos al talentoso señor Walt Disney, tenemos a la sufrida
Cenicienta y la ingenua Blanca Nieves. La primera, tenía que lavar todo tipo de trastos y soportarse a las
cansonas de su madrastra y hermanastras, a sabiendas que siendo La Princesa las
podía mandar al carajo, y como complemento esperar pacientemente a que el Príncipe
Azul encontrara la bendita zapatilla. Y que nos queda de Blancanieves. Llego a vivir con siete enanos, comerse una manzana
podrida, y la posibilidad de dormir eternamente si no aparecía su Majestad a
que le diera el beso de amor que deshacía el hechizo.
¿No
les parece que todas estas creencias nos enfocan a una sabia y verdadera
conclusión? Totalmente de acuerdo con Ustedes: ¡El amor es difícil!
Difícil
porque nadie nos aclara que hay veces se deben cometer pecados originales y no
tan originales para lograr un instante de amor. Cuando se está embelesado con otra
criatura todo es valedero.
Difícil
para los que nos fue como San Quintín en la escuela con el tema de Química.
Como íbamos a saber que el amor era tan complejo científicamente hablando. Los
que reprobábamos Química, cero entendimiento de lo que es el amor.
Finalmente,
después de tantos años de engaño de parte del mundo de Disney con el famoso “¡…y
fueron felices para siempre!” Difícilmente mejor me quedo con: “¡Erase una vez!”
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